jueves, 4 de febrero de 2010

88 minutos

El arreglo cinematográfico del fin de semana.

Pues sí. Si resulta que los hados quisieron que nos tragaramos dos películas infumables gracias a los dioses topamos con esta maravilla de 107 minutos.

Una vez leída la sinopsis cualquiera creería que se iba a encontrar una película al estilo de A la hora señalada (1995, de John Badham, con Johnny Depp) -de esas en las que la cámara no se despega del actor principal durante el tiempo que dura el film- y no se equivocaría. Comparando ambas películas sinceramente no se cual saldría victoriosa en la liza.

El argumento de esta gira en torno a un psiquiatra forense (profesor de universidad y famoso colaborador del FBI) que recibe una amenaza por el móvil -dichosa era de la información- de que le quedan 88 minutos de vida. El resto, como ya supondrán ustedes, se trata de la busqueda del misterioso futuro asesino y el desenlace final.
Un guión bien trabajado es magníficamente acompañado por el plantel de actores (tanto principales como secundarios) y una más que correcta realización del director. Es de agradecer que el guionista no cae en actos estúpidos de crear actuaciones ilógicas de los protagonistas para poder continuar la trama -cosa que acostumbran hacer más de uno en hollywood-; como sería por ejemplo no recoger un arma si estás en medio de un tiroteo y cosas así.

Al pacino, como siempre, magnífico. Aunque ya va siendo hora que retire a su peluquero porque una cosa es ir despeinado porque la trama lo pueda exigir y otra llevar la mata -cada vez menos mata- a lo pincho despeinado sujeto con laca de abuela.

Quizás lo malo de la trama es que a partir de una escena -necesaria para despistar al protagonista- ya intuyes quien está detrás de todo. Otra pregunta: ¿Por qué buscan a un motorista si se ve a la legua que el susodicho es una mujer? Quizás el único fallo del film que se podría justificar con la velocidad del susodicho motorista y el verlo los protagonistas sólo unos instantes.

Aún así la película deja un buen sabor de boca que me arregló la noche. Aunque quizás sea por el vomitivo sabor de las dos anteriores.

No hay comentarios: