Pueseso. Una de las compras de que me alegré de realizar ¡hará ya dos años! es la del DVD del salón. Si tenemos en cuenta que su antecesor -pese a ser de estilo más atractivo a la vista- sólo duró 365 días -¡casi justos tú!- y no tenía usb, al durar este los 366 casi brindo con champan. Pero ay, la alegría es efimera y dura lo que un suspiro (suspiro = 912 días) y esta maravilla de sobremesa, con su usb, su dvix, su xvid, lacado en negro, más parece ahora la jugete automático que realiza actos a su propia voluntad ajeno a los deseos de su amo.
De un tiempo a esta parte el pequeñín ha decidido activarse a su voluntad. Tan pronto estás viendo algo en la teletonta -pocas veces, eso sí- y de repente se enciende el maldito -cambiando el canal visionado en la tele- y se pone a buscar un dvd. O directamente abre la plataforma para introducir el dvd como si el cabrito se burlara de ti. Y es que además los botones de su frontal no responden para nada y todo a de ser con el mando a distancia. ¿Igual le repugna ya nuestro tacto cansado de nuestra insistente manía de poner usb´s en lugar de tristes dvd´s?
Podríamos llegar a pensar que otro vecino tuviera el mismo mando y hubiera interferencias entre uno y otro. Pues puede ser.
Al menos el usb funciona bastante bien y gracias a él podemos disfrutar de la porquería de programación televisiva que no vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario