Pues una vez rescatado me paseo un poco por el planeta. Vamos, que más que por el planeta es por la estación de embarque. Por que digo yo que un planeta sería algo mucho más grande ¿no? Bueno, me paseo por ahí para dar por terminadas unas quest. Tampoco es que el paseo sea muy largo. Hablo con el primer npc en los muelles de atraque y asunto arreglado.
Sólo queda pues subir a mi nave y tirar pá otro planeta. Un planeta cuyo nombre no me acuerdo -como guía no es que sea muy buena, la verdad- pero al llegar empieza la primera sorpresa. Un bloque espacial me impide aterrizar y me veo obligado a dejarme caer en una luna cercana.
Como todo juego de rol que se precie esto se basa en la exploración. Así que con el petate a cuestas andamos por la selva matando bichos y cazarrecompensas hasta que nos encontramos con los mandalorianos. ¡Coño! Estos eran mis enemigos en la guerra pasada. Pues ahora no. La guerra termino y me tratan con respeto, sobre todo después de cumplir varias misiones para ellos, y me ayudan a conseguir una nave para llegar al planeta ese.
Quien lo iba a decir. Los que fueron mis enemigos ahora se han convertido en mis aliados. ¿O me espera alguna traición por su parte? Eso está por ver.
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