lunes, 25 de abril de 2011

El sueño de Fevre

Animado por la lectura de la saga Juego de Tronos me hice con un ejemplar de este libro, que curiosamente es anterior a la saga famosa.
Trata este libro sobre vampiros, sobre los auténticos vampiros. No sobre esos románticos con colmillos tan de moda a la que considero parcialmente responsable a la tal Anne Rice. Estos vampiros son unos hijos de puta temibles que no dudarán en jugar contigo y luego robarte hasta la última gota de sangre.
Pero hay aquí dos tipos de vampiros; los que siguen al tipo "Dracula" o al tipo más comedido que no desea matar humanos. El primero, ancestral y poderoso, defiende el sistema de toda la vida de "lobos y ovejas". El segundo, joven y un poco menos poderoso aboga por la convivencia pacífica con las "ovejas" gracias a un licor especial de propia manufactura.
¿Qué tiene que ver el Missisipi con todo esto? Aparte de ser el bonito marco del cuadro expuesto la historia es narrada por el Capitán del Sueño de Fevre. Un barco magnífico, el más grande nunca construido, que sirve como hogar y campo de batalla entre chupasangres. Los más sesudos podrían pensar que el río es una metáfora de los tiempos de cambio. No ya sólo por los cambios a los que se enfrentaba EEUU sino a los de los chupasangres. Pero que cada cual piense lo que quiera.
La novela es entretenida e interesante. Sin florituras nos muestra la sociedad de la época alejado de romanticismos simplones, en donde los negros son sufridos esclavos y los blancos... pues de todo, y poco bueno. Su lectura es cómoda y la historia interesante. Quizás sufre un pequeño bajón hacia la mitad -cuando el Capitán pierde todo rastro de los vampiros- pero pronto retomamos el interés sobre lo narrado. A mi personalmente me ha gustado tanto la historia como la narración.

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