domingo, 14 de junio de 2015

Cazador de Demonios

Demonios, colts y plomo.


Cuando leemos el título de «Cazador de demonios» y con el actor Wesley Snipes como protagonista lo primero que nos viene a la cabeza es que vamos a ver a una especie de Blade machacando demonios allá por donde ande. Así es como me enfrenté a esta película. Error.

Nos encontramos con una película del Oeste mezclada con demonios. Una fantasía en el lejano wester americano rodada a ritmo lento que pretende cautivarnos más por sus imágenes y planos oníricos trascendentales que por la acción. Lo cual, visto lo resultado, es un error. Un error puesto que la película cuando gana es cuando salta la acción, cuando los demonios hacen de las suyas (poco, realmente) y salta el plomo de las pistolas. Por contra en la película abundan los recuerdos sensibleros que intentan justificar una y otra vez la enemistad entre nuestro protagonista de color y los demonios. Como si con una vez no fuera suficiente. Creo que el director o guionista se equivocaron de enfoque y en lugar de tanto flashback deberían explicarlo todo en un punto dado de la película y fin, a otra cosa, a liarla con varias ensaladas de tiros. Y es que realmente en la película pasa bastante poca cosa en tanto tiempo. Tiene un inicio cojonudo, prometedor, pero que se pierde con planos largos y excesivos silencios. 
Los actores realmente no lo hacen mal. Intentando impregnar algún aliciente al visionado pues solo por ellos se continua viendo la película. Afortunadamente el señor Snipes ha decidido prescindir de Blade para crear un ser nuevo que ofrecernos. Aunque conforme pasa la película más se parece a ese vampiro de la Marvel.
El guión es bastante simple y desaprovecha una buena base. Una trama sustentada sobre un lugar mágico en el Oeste, bajo las montañas, en donde se une el Cielo y el Infierno. Algo así podría haber dado para mucho más. No solo para la fantástica pistola que usa el protagonista.

En resumen; para verla una vez por curiosidad y si eso, estudiarla concienzudamente para ver en qué falla. Pero eso precisa un tiempo que no estoy dispuesto a invertir.

PD: Lo mejor los títulos de crédito. Sinceramente merecen la pena quedarse a verlos.




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