sábado, 9 de septiembre de 2017

2.12 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.12

«El jugger se enfrenta a su enemigo natural. Aquel para el que realmente fue creado en los albores de los tiempos.»




Una voz grave y profunda sonó en el bosque:
–¡Por Nebra! Parece ser que aún después de tanto tiempo voy a tener algo que agradecer a los dioses. ¡Defiéndete entonces vil criatura pues es por uno de tus creadores por lo que me encuentro atrapado aquí y por Sark que no te daré cuartel alguno! Hoy sentirás la furia del Rey Vidom “El Exterminador”.
La confrontación no se hizo esperar. El ataque fue rápido y preciso. El jugger paró el golpe justo un segundo antes de que la espada del rey le cortara el cuello. Su respuesta fue igual de instantánea y con una patada en el tórax arrojó al cadáver al suelo. Alzó su gran espada para asestarle el último golpe mientras su contrincante permanecía desconcertado pero la espada de éste se interpuso en su camino resistiendo el fuerte impacto pese a su lamentable aspecto. Por un instante permanecieron en la misma posición midiendo sus fuerzas.
Sylvania podía notar el odio palpitar en las cuencas vacías del Rey Vidom a través del jugger. El rey quebró el momento con una zancadilla que arrojó al jugger al suelo. Vigilantes el uno del otro se levantaron lentamente y después ambos se lanzaron el uno contra el otro alzando sus espadas. Éstas chocaron con gran estrépito haciendo temblar el suelo y las aguas de la ciénaga por la furia del golpe. El jugger acercaba lentamente su espada al rostro del enemigo pero un puñetazo de éste en su rostro le robó la oportunidad. El rey no perdió el tiempo y agachándose para esquivar un ciego mandoble del jugger asestó una afortunada estocada en la rodilla izquierda del enemigo. Tambaleante el jugger se tocó la herida con la mano izquierda mientras sujetaba su espadón con la otra mano sin esfuerzo aparente.
–¡Cae ser abyecto! –Gritó el Rey Vidom– ¡Cae de una vez! ¡Es Vidom “El Exterminador” quién te lo manda!
Tal era su situación en la lucha que el jugger prefería retirarse pero la rabia volvió a apoderarse de Sylvania e impulsó a su títere a atacar. El ataque fue ciego y encolerizado, sin apenas posibilidad de éxito. El Rey Vidom paró el curso del arma de su enemigo con facilidad pero el impulso de éste les lanzó al suelo. Una vez allí el puño del jugger alcanzó varias veces el cadavérico rostro de su enemigo pero éste consiguió desenfundar un viejo y roñoso cuchillo y con fuerza lo clavó en su axila izquierda impidiendo el continuo martilleo de los colosales puñetazos. El jugger empezó a mostrar rastros de sangre por la comisura de sus labios. Vidom se deshizo de él con la fuerza de sus piernas lanzándolo varios metros. El jugger chocó violentamente contra el grueso tronco de un árbol, rompiéndose la columna vertebral del impacto. Los hilillos de sangre dieron paso a auténticos manantiales. Sylvania intentaba con toda sus fuerzas impedir el instante fatal provocando algún movimiento en su criatura pero éste permanecía inmóvil, ajeno a cualquier estímulo; con los brazos extendidos, recostado en el maltrecho tronco.
–Caerás pues al fin –decía el Rey Vidom mientras se acercaba a él espada en mano–, pues sólo tu existencia es una blasfemia a los dioses que yo Vidom, Rey del antiguo reino de Alfo,
no puedo tolerar.
De un tajo cercenó la muñeca derecha del jugger que todavía sujetaba el arma. Un momento de respiro y el rey dijo:
–No más palabras pues esto es el fin. Tu fin.
De un golpe cortó el cuello del jugger. Un grito desgarró la ciénaga. Un grito de mujer que rabiaba de impotencia a muchos kilómetros del lugar, en la seguridad de su alcoba.

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